Francisco Belmonte, presidente de Biosabor, en Almeria en Futuro.
«Lo ocurrido en Europa durante la guerra de Ucrania con la soberanía energética puede ocurrir también con la soberanía alimentaria y nuestros gobernantes no deberían ser torpes y mantener el sector»
La casa de las Mariposas, el edificio histórico de Puerta Purchena, escenario en el que se desarrollan los encuentros propiciados por IDEAL para profundizar en lo que apunta «Almería en futuro», ha recibido esta semana al presidente de Biosabor, Francisco Belmonte Méndez, quien en conversación con el periodista David Baños, ha dado a conocer su punto de vista sobre el momento por el que atraviesa el agro almeriense, los retos a los que se enfrenta y su posición ante los últimos acontecimientos que, en toda Europa, están ocurriendo desde el protagonismo directo de los agricultores.
Biosabor SAT creada en 2008 y situada en el municipio de Níjar, junto al Parque Natural Cabo de Gata- Nijar, cuenta con más de 300 hectáreas con producción propia y mantiene una constante búsqueda de diferenciación basada en la innovación. Como empresa comprometida con el entorno, la salud y la sostenibilidad mantiene una tradición agrícola de décadas con una apuesta muy clara por la agricultura ecológica como modelo más sostenible y actúa con respeto hacia el medio ambiente desde un compromiso dirigido a una alimentación más segura y saludable, y por el impacto positivo que tiene en la economía, en total coherencia con la cultura empresarial que sigue y la forma de hacer negocios. Biosabor está adherida a la RedSostal del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, que promueve la sostenibilidad integral de la industria alimentaria española y al Pacto Mundial de la ONU, con el compromiso de cumplir con sus 10 principios y contribuir a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
Vaya momento para hablar de Agricultura, del sector agroalimentario, no sólo en España, sino en toda Europa. ¿Esta situación de protestas, demandas generalizadas de todos los agricultores europeos dirigidas a la Unión Europea se veía venir?
Sí, un poco sí porque se está legislando un poco a espaldas del sector. Hay que reconocer que es complicado porque hablamos de sector primario en el primer mundo y hay muchos acuerdos e intereses de Europa con el entorno, con el norte de África, sobre todo. Llevamos mucho tiempo viendo venir esas concesiones y eso hace que choquen frontalmente nuestras producciones con las producciones de ellos y que las diferencias, sobre todo a nivel de coste para producir esos productos, sean muy altas y eso hace que la rentabilidad se ponga en cuestión, que el futuro se ponga en cuestión. Llega un momento que no se aguanta más, y se ha tenido que salir a la calle.
REGLAS IGUALES
Parece lógico que los productores europeos como ustedes soliciten las mismas reglas del juego para todos. Si hay que competir en un mercado como es el europeo, los productos que se producen, tanto dentro como los de fuera, al final deben tener las mismas características.
Eso es algo básico que no se debería ni cuestionar, no esa cláusula el espejo que siempre decimos que se cumpla. Pero yo estoy seguro que a esas producciones de terceros países se les piden los protocolos exactamente igual que nos los piden a nosotros, pero quien controla que se ejecuten adecuadamente es la administración interna de cada país y no veo yo a la administración marroquí poniendo en aprieto a sus agricultores, sino todo lo contrario. Por ahí es por dónde vienen las diferencias. Y luego, a nivel protocolario, hay cosas que se permiten en otros sitios que no se permiten en Europa, que es mucho más restrictiva y, con la agenda 2030, muchísimo más. Todo eso hace que esas diferencias de competitividad se vayan aumentando y el agricultor está viendo que su rentabilidad, su futuro, su sostenibilidad, se pone muy en cuestión y al final no queda más remedio que echarse a la calle.
La sostenibilidad es una palabra clave, pero no sé si está produciendo una reconfiguración del concepto hacia otro más real, menos de postureo.
La realidad es que el primer pilar fundamental de la sostenibilidad es lo económico. Luego podemos hacer todo lo demás, pero primero, economía porque el productor es un inversor en muchos casos. En una finca agrícola tienes que hacer una gran inversión para comprar la semilla, plantar, llevar los cultivos para luego empaquetarlos, llevarlos al cliente y que te pague dos meses después. Hay una inversión tremenda y ese inversor si no encuentra cierta rentabilidad va a dejar de hacer su trabajo. Entonces, si queremos que hablemos de todo lo demás, tenemos que hablar de una sostenibilidad económica y eso es lo que ahora mismo se está teniendo más en cuenta y es de lo que el agricultor más se queja. Es verdad que tenemos que ser respetuosos, el medio es fundamental, estamos viendo lo que está pasando con el cambio climático. Hasta nosotros mismos estamos asustados porque yo creo que una persona que está en una oficina y le sube la temperatura media dos, un grado y medio como está pasando el último año con récord mes tras mes, no lo nota mucho, pone un poquito más el aire y parece que esto no es grave, pero el agricultor está en la calle. Cambian los regímenes de lluvias, de vientos, temperaturas, los inviernos tarde, el verano también se alarga y el agricultor lo nota directamente porque nosotros vivimos mirando al cielo y ese cambio climático está ahí. Entonces es importantísimo que se tomen medidas. El impacto mayor y más rápido va a ser sobre nosotros mismos y estamos de acuerdo en que se tomen medida y que se haga urgentemente lo máximo posible que se puede hacer con respecto al cambio climático, pero primero, economía.
Durante la pandemia el sector productor consiguió meterse en el corazón de la gente porque estuvo donde tenía que estar y ahora con estas movilizaciones la mayoría de los españoles está con las reivindicaciones de los agricultores, las entiende, las comprende y las defiende. Eso también es importante, ganarse la opinión pública ¿no?
Eso es importantísimo. La sociedad está muy cerca de la agricultura y lo entiende. En la pandemia se vio clarísimo cómo un sector esencial tuvo que estar en la calle. Lo sé, lo digo por mi empresa y por los que vimos trabajando, no pa- ramos ni un día. Cuando todo el mundo estaba en casa esperando que pasara un poco la tempestad, nosotros estábamos trabajando. En el almacén de Biosabor había 500 personas cada día y, gestionar eso con una pandemia con esos niveles de infección, fue tremendo. Tenemos que agradecer y felicitar a los trabajadores el riesgo que cogieron en su momento y la valentía de seguir trabajando. Eso la sociedad lo ve y entiende y sabe que estamos compitiendo con terceros que tienen otros costes y sabe que, si nuestros agricultores se debilitan, al final lo va a paga. La sociedad entiende lo que estamos haciendo y también el agricultor entiende que no debe de molestar más de la cuenta, que debe decir aquí estoy yo, pero no tener la carretera tres días cortada; puede tenerla tres horas y luego dejar pasar. Hay un entendimiento adecuado y eso es muy de agradecer por parte y parte.
SEGURIDAD ALIEMNTARIA
¿Si las autoridades europeas no toman las medidas necesarias, se puede poner en riesgo, la seguridad alimentaria de la UE, y cuando me refiero a seguridad alimentaria, hablo de calidad, de salud, pero también hablo de que haya alimentos suficientes para todos?
La comunidad, los dirigentes europeos deberían de ser inteligentes. Sé que es compleja la situación. Te pones en su piel y es difícil gestionar esto porque somos frontera con el norte de África y eso es difícil de gestionar, pero tienen que pensar también en la soberanía. Se ha visto. clarísimamente con la guerra de Ucrania la soberanía energética. La torpeza de Alemania o de centro de Europa para poner el sostén energético en manos de uno que, en cualquier momento, que una mañana piensa que tiene que hacer cosas como la que está haciendo, no es del siglo XXI. No es normal en el corazón del continente y pone en jaque a toda Europa. Eso puede ocurrir con la soberanía alimentaria perfectamente. Imaginemos que pasamos todo al tercer mundo y que ellos nos producen, la defensa de Europa ahora del norte de África, el sector lo desmontamos como se han desmontado otros sectores importantísimos en España, el metal en el norte, puede pasar perfectamente. Lo pueden hacer, pueden tomar esa decisión porque hay que hacer barrera, pero qué pasa si hay un conflicto pasado mañana con Marruecos, Europa puede tener un problema tremendo y ya no hablamos de que me puedo calentar o no, o puedo arrancar la fábrica, sino de que mi gente tiene que comer, que los supermercados se vacían, que lo hemos visto en Inglaterra con la pandemia. No deberían de ser torpes nuestros gobernantes, deberían de mantener el sector no sé cómo para compatibilizar eso que ellos puedan vivir y nosotros también. Hay cosas que se pueden hacer como no competir directamente. Pongo un ejemplo concreto, vas a un supermercado y encuentras 50 tipos de tomate, pues a lo mejor hay que tener la habilidad de que ellos produzcan uno y nosotros otros.
BIOSABOR
Vuestro nombre es una carta de presentación perfecta de a que os dedicáis, a la búsqueda constante de productos de sabor para los consumidores, ¿esa es la clave para el tomate en esta zona de producción en Almería ir a productos diferenciadores, buscar el sabor, diferenciarse en definitiva de productos más estándar que son los que se están produciendo ahora mismo en zonas como Marruecos?
Si me preguntara por cualquier otro producto, un calabacín, un pepino…, podemos ahí aplicar otra estrategia y otra fórmula, pero en tomate está clarísimo, que es el sabor y es que tú compras un tomate que esté bueno y cuando dentro de seis o cinco o siete días se va al supermercado llevas el encargo de que no se te olviden esos tomatillos que están riquísimos. Eso es clave fundamental y eso en tomate se puede hacer. En BioSabor eso lo teníamos claro y el nombre ya te lo dice todo. Queríamos ser ecológicos porque nosotros desde 2003-2004 ya teníamos todas las fincas, las mías y de mi hermanos, aproximadamente unas 50 hectáreas, haciendo ecológico. En la cooperativa que estábamos anteriormente no se apostaba por eso y se pensaba que el ecológico iba a ser de una cosa de elite, un segmento pequeñito y no se apostó en absoluto, tuvimos que dar un paso al lado y organizamos Biosabor teniendo claro que queríamos hacer orgánico, teníamos que hacer tomate y para hacer tomate tenemos claro que tenemos que hacer sabor, invitar a nuestros consumidores finales a que sigan comprando Biosabor, de ahí el nombre que no es un invento que suena bonito, porque queríamos hacer tomate con especialidades, con sabor y lo hemos demostrado. Y es una estrategia de la que somos cautivos porque creemos que la única salida
¿Qué futuro le ve a la actividad que es motor y la mayor parte del PIB de nuestra provincia, la que nos da energía y vida a los casi 800.000 almerienses que hay en esta provincia?
Almería tiene una fortaleza enorme y una debilidad enorme y es la misma: la atomización. Esos 12.000 productores que están en el sector le hacen una fortaleza tremenda, porque son 12.000 familias arrimando el hombro y por eso pueden competir, tienen fuerza. La familia tiene que seguir viviendo de eso y va a resistir mucho. Que no se dé el norte de África por victorioso, no va a ser así, pero lógicamente 12.000 productores organizarlos porque necesitamos organización para hacer muchas cosas, hasta para atacar la 1230 necesitamos estar organizados y eso dificulta. La misma fortaleza se convierte en una debilidad, pero yo creo que Almería tiene futuro. Yo estoy confiado en que sí y tenemos que seguir luchando todavía, hay grandísimos profesionales, hemos generado un nivel de vida muy bueno para nosotros y para los que vienen detrás de nosotros y no podemos dejarlo escapar, sería una torpeza absoluta dejarlo escapar.