Dieta saludable: consume menos Carne y más vegetales, frutas y verduras en su justa medida.
Últimamente hay una polémica sobre el consumo de carne y la proliferación de macrogranjas, la recomendación de todos los organismos internacionales es reducir su consumo no superando los 21 kilos por persona al año.
Este último mes ha generado mucha controversia el tema de las macrogranjas o ganadería intensiva y el consumo de carne en general.
Hay una realidad absoluta y es que desde el punto de vista de la sostenibilidad y de la nutrición, el mensaje es exactamente el mismo que vienen repitiendo las entidades científicas y sanitarias desde hace años, como la Organización Mundial de la salud (OMS) o el IPCC (el panel de expertos en cambio climático de la ONU), así que el debate en nuestro contexto y con los datos de consumo que tenemos, no tiene cabida: debemos consumir menos carne.
La escuela de salud pública de Harvard ya dijo en 1990 que había relación entre el consumo de carne y la incidencia del cáncer. La OMS sacó su informe 25 años después, en 2015 y apuntaba en la misma dirección, que la carne procesada es cancerígena y la carne roja probablemente también. La relación entre el consumo de carne y el cáncer es muy consistente y hay cada vez más estudios que lo avalan.
En España el consumo de carne es «entre dos y cinco veces superior al recomendable». Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, cada español consume casi 50 kilos de carne al año. Si nos fijamos en los datos que ofrecen las Naciones Unidas, esa cifra llega a los 100 kilos por persona al año. Según la OMS este consumo debería ser mucho menor: 21 kilos por persona al año.
Las recomendaciones actuales de las guías nutricionales de organismos nacionales como CODINAN (Colegio Profesional de Dietistas-nutricionistas de Andalucía), SENC (Sociedad Española de Nutrición comunitaria) o internacionales como el Plato de Harvard (Harvard Medical School, Harvard Health Publications) o la pirámide de Nutrition Australia, tienen en común las recomendaciones con respecto al consumo de carne y procesados y es un consumo opcional, ocasional y moderado.
Por el contrario, debemos aumentar la ingesta de vegetales y frutas ecológicas, incorporando color y variedad e introduciendo todos los días 2-3 raciones de verdura en cualquiera de sus formas: fresca (tanto en ensaladas, así como en forma de gazpacho, salmorejo o sopa fría de pepino, por ejemplo) y con diferentes tipos de cocciones saludables; como puedan ser al horno, cocidas, al vapor o a la plancha) y 3 raciones de fruta ecológica (siempre que podamos comerlas con piel, aprovecharemos mejor todos sus macro y micronutrientes y ya sabemos que cuanta más variedad metamos, más tipos de vitaminas y minerales estaremos abarcando). Esta ingesta diaria puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.
Además, debemos escoger cereales de grano integral y cambiar el origen de la proteína. Es decir, reducir el contenido de proteína animal principalmente de carne, pese a que dentro de este grupo de proteína animal habría que reforzar el consumo de pescados, huevos y lácteos frente al de carne y aumentar el consumo de proteína vegetal (legumbres y frutos secos, entre otros). Desde el Departamento de Nutrición de Biosabor os aconsejamos que este ejemplo práctico se podría traducir en quitarte una ración o dos de carne y meter una o dos más de legumbres a la semana. Con eso, estás haciendo el cambio más grande, contribuyendo en la medida en que tú puedes a la sostenibilidad del medio ambiente y lo más importante, a tu salud. Un cambio sencillo, tangible, directo y con un alto impacto. Y por último deberíamos elegir grasas saludables, como por ejemplo las procedentes del aceite de oliva virgen extra, frutos secos o aguacate.
Otro punto importantísimo sería elegir producto local y de temporada, ya que esto nos está indicando de entrada que será un producto totalmente fresco.
En resumen, debemos pensar que, con estos pequeños grandes cambios, estaremos contribuyendo a mantener la sostenibilidad y la salud del planeta y por supuesto, la nuestra propia.